Los "peros" de la coevaluación

El pasado jueves 17 de diciembre llevamos a cabo el espectáculo “La Voz del Rehén”, para la evaluación del mismo, se propuso un jurado con personal de distintas secciones de la Facultad de Educación, las profesoras y mentoras, y se nos propuso realizar una coevaluación, es decir, que nosotros evaluamos también a nuestros compañeros.


A los días, recibimos este mensaje:


“Buenos días grupo,


Después de analizar las calificaciones del espectáculo “La Voz del Rehén” del profesorado, jurado externo y estudiantes se muestran unas grandes diferencias entre las puntuaciones aportadas por el profesorado y jurado frente a las de los estudiantes (puntuaciones muy elevadas para todos los grupos). Por ello, para no solo quedarnos con las puntuaciones de profesorado y jurado, os queremos dar una nueva oportunidad de evaluación.


Entendemos que el día del espectáculo había en vosotros mucha emoción, motivación, apoyo, fuerza… para todos los compañeros y quizás no era el mejor momento para hacer una valoración crítica y sincera. Por lo tanto, ahora os pedimos que podáis hacerla, visionando de nuevo la actuación del grupo que os va a tocar evaluar. Ya que en lugar de tener que calificar a todos los grupos solo vais a tener que hacerlo del (...). Cuando tengáis el excel que os adjunto rellenado me lo podéis enviar al correo.”


Y me veo obligado a dar mi opinión al respecto. Me parece una estafa. Me parece que se nos está diciendo: “vuestra opinión nos importa pero sólo si es igual o muy parecida a la nuestra”. ¿Por qué se propone desestimar nuestra valoración antes que la de otras personas? ¿Vale menos lo que vemos nosotros que lo que ven otras personas?


Además, el mensaje hace referencia a la emoción del momento, como algo negativo que desvirtúa nuestra objetividad evaluando y esto me sugiere dos preguntas:


La primera, ¿no estamos hablando de un espectáculo? Si tuviéramos que evaluar una tesis doctoral, si fueramos jurado en un juicio por asesinato, entendería que se nos pidiera que evitáramos nuestras emociones, pero… ¿en un espectáculo? ¿No es emocionar al público el primer objetivo de quien actúa? ¿Es menos real la impresión que tenemos porque está vinculada a nuestras emociones? 


Y la segunda: como docentes, ¿damos más importancia al proceso o al producto final? El día del show había dos tipos de personas: las que ven el producto final sin conocer el proceso, la evolución, a los miembros… y las que sí. Me parece totalmente incongruente decir que vale más la opinión de quien no conoce el proceso.


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